Por alberto Pascual-García
En estos días de encierro y preocupación alrededor de la pandemia, estamos viendo con preocupación cómo incluso las fuentes oficiales fallan a la hora de dar información fidedigna. Un caso particularmente inquietante es el del origen del brote, en el cual Donald Trump está teniendo un papel protagonista al señalar un posible fallo de seguridad en un laboratorio de Wuhan como posible origen de la pandemia. Tiene razones para promover esta hipótesis, pues le permite tapar sus vergüenzas en relación a su lamentable gestión de la crisis, señalando a otro culpable. Como científico, veo con preocupación este tipo de maniobras que generan miedo en la gente y crispación, en este caso hacia China.
Este tipo de teoría de la conspiración a menudo parece estar orquestado por intereses que nos superan al común de los mortales, y hemos escuchado en el pasado cómo distintas redes sociales han sesgado la información para conseguir uno u otro resultado. Hoy he tenido un ejemplo sencillo en mis propias carnes que me hace pensar que esto es más común de lo que creemos. Les cuento mi experiencia de hoy y júzguenla ustedes mismos, pasen y vean.
Todo comenzó cuando un colega me preguntó mi opinión sobre este vídeo, en el que se apoya la posición de Trump en este tema con un sesgo para mi gusto bastante descarado, y revestido de experto científico. El autor, con un canal con muchos seguidores, dice ser Doctor en Psiquiatría por la Complutense y ostentar honores de tan dudoso valor para hablar de COVID como ser “uno de los pocos profesionales de salud mental a nivel mundial que ha sido autorizado a participar en los cursos dedicados a sacerdotes católicos exorcistas realizados en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.” Su actual rama de investigación es la “neuroteología, ciencia que estudia los fenómenos místicos y espirituales desde una perspectiva neurológica.” Todo un experto en COVID, sin duda.
Después de ver su vídeo mi sorpresa llega cuando veo que la mayoría de los comentarios son positivos, y prácticamente no hay criticas. Sin ser tampoco experto en COVID mi laboratorio está involucrado en varias iniciativas relacionadas con la epidemiológica del virus y yo mismo estoy trabajando en una de las task-forces, así que sigo estos temas de cerca y decidí escribir un comentario, que adjunto a continuación:
“La información que da la persona que realiza este vídeo está gravemente sesgada. No basta con dar referencias, hay que dar referencias de todas las perspectivas y ponerlas en contexto. Dentro de los cerca de 45.000 artículos científicos y pre-prints que se han publicado sobre COVID, ha claramente seleccionado aquellas (3) opiniones y artículos controvertidos apuntando en una direccción. Por ejemplo, habla de la divergencia entre el virus en el que se trabajaba en el laboratorio y luego enseña un árbol filogenético con una explicación muy somera sobre lo que significa el árbol, como si esto le diera alguna validez a sus argumentación cuando no se molesta en explicar qué dice el árbol. Si lo hiciera, a lo mejor se avergonzaría de que su hipótesis puede ser explicada de una manera mucho más económica como lo hace el Prof. Rasmun Nielsen en su cuenta de Twitter diciendo que el parecido entre la secuencia del laboratorio de Wuhan y la inicial de la pandemia es el mismo que entre un cerdo o un humano (https://twitter.com/ras_nielsen/status/1250641314967777280) . De hecho, hay secuencias naturales más parecidas a la que ha generado la pandemia que las que manejaba el laboratorio de Wuhan (https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2020.03.02.974139v3), con lo cual sugerir que ha sido un accidente implicaría que sería necesaria evolución dirigida en el laboratorio, lo cual se ha demostrado que es sencillamente falso (https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9). Otro ejemplo de sesgo es cómo maneja los datos del porcentaje de infectados que tenían relación con el mercado, decir que "sólo" un 50% de los infectados tuvieran relación con el mercado abre la puerta a otra explicación dada la infectividad del virus es ridículo. Conseguir trazar un 50% de los infectados en relación a un mercado en realidad es muchísimo, querer poner el vaso medio vacío es tergiversar la realidad, sobre todo cuando no hace mención alguna a cuántos infectados tienen relación con el laboratorio de Wuhan que es lo que tendría que hacer para tener algún tipo de credibilidad su hipótesis alternativa, dado que es mucho más fácil de trazar dicha conexión ya que el personal autorizado en el laboratorio es muy limitado. De hecho se podría molestar en estimar cuál es la probabilidad de un accidente en un laboratorio P4 (máxima seguridad, en China sólo existe uno) respecto de un brote natural. Dado que aproximademente un 3% de la población rural tiene anticuerpos contra coronavirus de murciélago (https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs12250-018-0012-7) significa que hay entre 1 y 7 millones de personas expuestas a virus al año. Así que en términos estadísticos, pensar que un accidente por tener alguna probabilidad es una explicación a tener en cuenta sobre un brote natural, es como decir que si veo una piedra encima de una mesa tengo que considerar la hipótesis de que haya absorbido calor del medio y levitado (ya que la probabilidad no es cero, pero es más o menos la misma que la de que un chimpancé escriba el Quijote golpeando las teclas de un ordenador al azar) en vez de el que alguien la haya puesto encima. En resumen, un lobo disfrazado de cordero manipulando la información para construir un caso a lo cuarto milenio enseñando los datos a su antojo y omitiendo otros. Resultado: confundir a la opinión pública y generar animadversión, altamente peligroso.”
Mi sorpresa llega cuando contesto a mi colega diciéndole que he escrito un comentario y me dice que no lo ve. Pregunto a otro colega y tampoco lo ve. Sin embargo, desde mi ordenador yo lo podía ver. Borro cookies y otras maniobras para suprimir mi identidad y lo sigo viendo. En la imagen al final del artículo, muestro entre qué comentarios (del día 19 de abril) mi comentario debería aparecer (he ocultado mi usuario), tomado desde mi ordenador. Efectivamente, conectándome desde otra red por VPN mi comentario no aparece en su web. ¿Ha habido moderación de algún tipo? Podría ser, pueden juzgar si decir “un lobo disfrazado de cordero” después de toda la información que proporciono es digno de censura (por parte de YouTube). Otra opción sería que este señor tenga la capacidad de moderar mi intervención a su gusto. Lo desconozco, pero si lo hiciera en vez de responderme diría bastante poco de su profesionalidad como «doctor», me gustaría ver la opinión en ese caso de sus seguidores sobre esta práctica. En cualquier caso es un poco extraño que a mí no se me informe de que mi intervención viola algún tipo de normativa y que aún se mantenga a mis ojos mi comentario. Así que puestos a abrir a abrir teorías conspirativas para cuarto milenio, abro aquí la mía.
Juzguen ustedes mismos.
Sobre el autor: Alberto Pascual-García es investigador en el Instituto de Biología Integrativa de la Universidad Federal Suiza (ETH-Zürich)
